Hoy está comenzando la edición 2025 de la Expo Prado, la instancia anual en la que el campo, en especial el sector ganadero, logra una mayor visibilidad, tanto en el plano político como en el productivo.
La semana larga de la Expo Prado suele estar vinculada a un momento de pesadez en los mercados ganaderos. Quizás por el encuentro de los distintos actores, las conversaciones en las concurridas reuniones que pululan durante toda la Expo o en las mismas calles, la semana se ganó el mote de “bajista”. También porque en los últimos años suele coincidir con el momento en el que se retiran los equipos kosher del país; de hecho, están haciendo sus últimas faenas en estas horas. Por lo tanto, las plantas que están trabajando en esta producción, que obliga a tener una relativamente alta cantidad de animales pesados todos los días de faena, reducen sus necesidades y, en momentos de escasa oferta como el actual, pueden bajar la demanda, eventualmente reduciendo los días de actividad.
Sin embargo, en esta edición del Prado las cosas parecen estar dadas como para que el mango del sartén lo siga teniendo la oferta. Las necesidades de compra de la demanda son notorias. El interés de los frigoríficos se refleja en entradas más cortas (en algunos casos, menos de una semana), precios muy firmes y muy frecuentes llamadas a los intermediarios para saber si cuentan con oferta.
Las condiciones forrajeras al arranque de la primavera parecen casi ideales, más allá de los intensos fríos de estas horas y de las heladas que se estarán dando el fin de semana.
Quizás los precios del ganado a faena dejen de subir (en algún momento lo harán), pero la demanda seguirá procurando con intensidad hacerse de materia prima, con el liderazgo de Europa (el enfriado Hilton está próximo a los máximos históricos alcanzados en 2014), Estados Unidos con un elevado interés comprador y una China que acompaña, a pesar de las dificultades en trasladar los precios desde la importación a la distribución interna.
¡Buen Prado!